La salud mental en el deporte y en la vida
¿Cómo entrenan los
deportistas profesionales? ¿Qué es lo que les diferencia con respecto a
nosotros? ¿Cuánta presión soportan? ¿Podríamos aplicar sus estrictas metodologías
a nuestra vida cotidiana? ¿Cuáles serían los resultados de tal aplicación? ¿Nos
ayudaría a mejorar nuestro rendimiento o por el contrario nos sería perjudicial?
Natalia Carracedo es una joven promesa de la gimnasia rítmica española. Con solo 18 años ha conseguido participar en numerosos campeonatos nacionales e internacionales al lado de su inseparable conjunto, el C.D.E. El Álamo Gimnasia Rítmica. Lleva desde los 3 años practicando esta disciplina con un rigor y una rectitud impecables. Siempre destacó entre sus compañeras, hecho que la llevó a entrar en la sección de perfeccionamiento y competición de su club cuando tan solo contaba con 12 años de edad. A partir de ahí, los entrenamientos comenzaron a ser de casi 5 horas diarias durante la semana para poder competir los fines de semana.
Compaginar el colegio, los entrenamientos, las competiciones y su carrera de actriz y modelo, no fue fácil. De hecho, en 2019 se vio obligada a abandonar a su conjunto para poder centrarse en los estudios y en las dos obras de teatro que representaba en el momento. A principios de 2021, tras la pandemia, regresó a los tapices, pero tenía muy claro que la organización y la disciplina iban a ser primordiales para su día a día. En la actualidad, estudia un grado de economía y finanzas en la Universidad Complutense de Madrid mientras compagina su carrera como deportista de alto rendimiento. ¿Cómo ha conseguido hacerlo? ¿Cuáles son las claves para Natalia?
“Es importante tener en cuenta que los entrenamientos no son más importantes que cómo esté la mente”, comentaba la atleta. Y es que uno de los pilares fundamentales en la vida de un deportista de élite es la psicología. Saber gestionar la presión y las emociones es primordial. Prueba de esto lo encontramos con otra deportista de este ámbito, Simone Biles, quien en los Juegos Olímpicos de Tokio se vio obligada a abandonar las finales para centrarse en su salud mental. Para ello, la mayoría de profesionales cuenta en sus equipos con psicólogos deportivos que les ayudan a mantenerse en condiciones psíquicas óptimas de cara a la competición.
“La alimentación es
fundamental en mi día a día”, explicaba Natalia. Como adelantaba la gimnasta,
otra clave en la vida del deportista es la alimentación. De nada te servirán
horas y horas de entrenamiento si después no ingieres los nutrientes
principales para la recuperación y desarrollo muscular. Es por ello por lo que
algunos alimentos estrella para los deportistas son el pan, pescado, lácteos,
pollo, carne, legumbres... La élite deportiva cuenta también en sus equipos con
un nutricionista que elabore planes alimenticios que van variando, dependiendo
de la proximidad de la competición.
Natalia Carracedo
consiguió compaginar la vida universitaria con el deporte de alto rendimiento aplicando
en su día a día la misma rutina basada en la disciplina que emplea para
conseguir la excelencia en los tapices. “Al principio cuesta hacerse a la idea,
tienes que sacrificar cosas, cambiar de hábitos, pero al final puedo decir que lo
considero una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida”. Comentaba
Natalia. “He visto a compañeras dejarlo porque no podían con la presión, tanto
la propia como la que provenía de su casa... Eso también me impulsó para no
rendirme” Añadía.
La exigencia y la
disciplina del deporte profesional deberían aplicarse en todos los ámbitos de
nuestra vida. De esta manera conseguiríamos rendir mejor y aportar mucho más a la
sociedad. Pero como se suele decir, todo tiene un límite. Diferentes personajes
del mundo del deporte de alto rendimiento afirman que lo mejor es no machacarse
en exceso en un mismo día, que es mejor dividir los entrenamientos, parar si no
puedes más, dormir las horas necesarias. “La mente debe poder dar de sí lo
mismo que lo hace nuestro cuerpo”, nos decía Natalia Carracedo. El cuerpo y la
mente deben estar en consonancia, si uno de ellos no funciona, nada en nuestra
vida lo hará a pleno rendimiento.
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